Érase una vez una niña pequeña a la enseñaron a no molestar: -no levantes la voz, no discutas, obedece siempre, no opines, no incordies, no agobies, no exijas, no molestes.-
La niña ya de mayor conoció a un hombre que tenía todo lo que a ella le gustaba del mundo, se enamoró de él y nunca se lo dijo, por no molestar.
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