lunes, 15 de septiembre de 2014

LA CAGADA MONUMENTAL...O NO

      Tengo graves problemas con el pudor, o la vergüenza. No los siento, en las situaciones en las que los sientes las demás. Por ejemplo; ayer una amiga me contó algo que le pasó (espero sinceramente que no le moleste). Para ella fue uno de los momentos más vergonzosos de toda su vida, sin embargo yo lo vi, o lo juzgué como un ataque de sinceridad más absoluto, poderoso y por supuesto, autodestructivo que puede hacer el ser humano.
      Lo que hizo fue lo siguiente. En una llamada de teléfono que duró casi tres horas, le dijo a la persona que estaba al otro lado del móvil todo, y cuando digo todo, me refiero a "TODO"  lo que sentía, lo que pensaba y lo que esperaba de esa otra persona. Esto le hizo sentir completamente estúpida, humillada... pero sobre todo le hizo sentir completamente desnuda. Como si no hubiera nada que fuera solo suyo. Es como si en ese instante, todo su ser, hubiera quedado al descubierto y la otra persona inmediatamente hubiese adquirido un poder, una fuerza que la pudiera destruir.
      Claro, esto es como ese famoso rezo que se hace durante la misa católica en el que se le dice a Dio "una palabra tuya bastará para sanarme". Pero no nos damos cuenta que igual que otorgamos el poder para ser curados, estamos otorgando el poder para ser aniquilados. 
     Y ahí estaba ella, hecha un manojo de nervios, diciendome que esta otra persona no le había dicho nada al respecto. ¿Y qué esperabas? le pregunté yo. Se encogió de hombros y no supo que decir. Claro que las dos sabíamos perfectamente que lo que ella esperaba era la misma reacción de la otra persona, esa erupción de sinceridad en toda la cara.
     Pero claro, ahora me planteo dos cuestiones. 
-¿Y si esa otra persona no lo hizo, porque lo que tenía que decir era tan contrario a lo que dijo ella, que quería evitarle ese dolor?
-¿Y si realmente no quería decir nada, porque seamos sinceros, no todo el mundo es capaz de soltar, así como así todos sus deseos o pensamientos?
      Lo realmente sorprendente, es que lo único que pude decir para calmar los nervios de esta gran amiga fue....- No te dijo nada, simplemente porque no quiso. No des más vueltas.
      Entonces yo me planteo.... ser así de sincero, sin obtener respuesta ¿sigue sirviendo de catarsis? 
     En conclusión, si alguna vez decidís hacer un ejercicio de sinceridad, buscad un cura (que al fin y al cabo se dedican) a eso, un psicólogo, o un blog anónimo... donde no esperéis respuesta, o la respuesta, o de exactamente igual.

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