viernes, 21 de mayo de 2021

CAPÍTULO I

      El pasado lunes escribí esta entrada. Hablando con unos amigos recordé algunos momentos de mi infancia y adolescencia que tengo algo difusos. Me puse a recordar e intenté tirar del hilo pero había partes que no entendía o no encajaban, qué se yo. He leído que solo recordamos lo que queremos recordar, muchos acontecimientos los alteramos.

     La cosa es que tenía una entrada, esta entrada, preparada y ya en post-producción cuando el martes por la mañana  hablando con un amigo me llamó feminazi, bromeando, claro, porque yo le llamé fachirulo y así andamos, cada uno con lo suyo. El caso es que por varias circunstancias que ahora no importan descarté esta entrada y empecé a escribir otra, una especie de petición, que ya sabéis que soy como un DJ poniendo lo que me piden pero en Blog.

     No es la primera vez que me llaman feminazi, pero esta vez significó algo distinto. Me considero feminista y desde hace muchos años, pero es cierto que ha habido gente de mi vida con la que no he hablado de ciertos temas por miedo a molestar, a no gustar o a parecer repelente. Me alegró mucho saber que esta persona me ve tal como soy y esto me encendió una lucecita en la cabeza.

     Todos los momentos de mi infancia que no tenían sentido hoy por hoy, gracias a esta revelación, lo tienen. Eso es exactamente lo que me pasaba en casa, todo giraba en torno a "no molestes, haz las cosas más fáciles y así le gustarás más". 

     He dado un giro a esta entrada escrita desde el lunes, y  hoy viernes, puedo contarlo con algo más de sentido... No sé por qué, pero quiero hacerlo y va a tener que ser por capitulos porque es un poco largo. Durante mucho tiempo recordaba con dolor, rabia y  sufrimiento, hoy entiendo un poco mejor a todas las personas con las que me crié y los he podido colocar en un lugar mucho más realista del que estaban. 

      CAPÍTULO I 

      Nací en Madrid durante un invierno "dicen" bastante frío,  hija de padre que trabajaba en una fábrica, madre ama de casa, abuela con dos cojones y más roja que la pasionaria, un hermano casi nueve años mayor y una hermana muerta al nacer cinco años antes de que yo naciera.

     Este era en núcleo familiar, los que vivíamos juntos. Bueno en realidad nosotros lo hacíamos en un bajo y mi abuela en el primero, pero comíamos todos los días con ella, luego también cenábamos y cuando ya era muy mayor se subió mi hermano a vivir allí y un tiempo después yo.

     No recuerdo mucho los primeros años, antes de ir a vivir arriba. Sí recuerdo que al principio mi hermano y yo compartimos habitación, él dormía en una cama mueble que se plegaba y yo en una camita pegada a la pared de enfrente. Cuando él se subió quitaron mi cama y pasé a dormir en la de él y tuvieron que ponerme una tabla de contrachapado sujeta con unas barras porque tenía la manía de dormir pegada con la frente a la pared, y en esa cama que se plegaba no era posible, a esa tabla mi padre la llamó "el rinconcito". Tardaba muchísimo en dormirme, tenía miedo a algo, no recuerdo a qué y me daba por pensar y obsesionarme con cosas... Lo que sí recuerdo muy vívidamente es que cuando lloraba porque no podía más  llamaba diciendo "Papá, tengo el insomnio". Sé que tenía mucho miedo e intentaba aguantar todo lo que podía, pero eso sólo me generaba más angústia. 

    Lo primero que escuchaba siempre eran las quejas de mi madre y algunos gritos muy ,muy enfadada diciendo "que ya estábamos otra vez, que era insoportable, qué pesada es  y que me callara y me durmiera ya"... pero yo lloraba aún más porque esos gritos siempre me ponían peor, no podía soportar que me gritara, bueno era más bien el tono de voz, la entonación. Eso me sigue pasando hoy, se me puede decir lo que quieras, pero cuidadito con el tono. Lo que menos quería en este mundo, mi máxima a esa edad, era no enfadar a mi madre.

     Mi padre venía y me contaba historias sobre lo bien que íbamos a pasarlo en verano en la playa con mis tíos y mi prima, lo mucho que íbamos a jugar, me describía los paseos que daríamos por la playa y los heladitos en la Calzada por la noche después de cenar y dar una vuelta. 

   Las noches de insomnio acabaron cuando me subí a vivir con la abuela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario